Maratón de Berlín 2019
En diciembre del 2018 me dieron la noticia “Felicidades, lo conseguiste” dictaba el encabezado del correo; primero sientes una gran felicidad por la suerte que has tenido pero posteriormente te inunda un sentimiento de miedo y de inseguridad por la magnitud del reto que tienes frente a ti, conforme pasan las semanas esto se apaga para dar paso a la ilusión de cumplir tu sueño; esta montaña rusa de sentimientos se replica el día de la carrera pero con el pasar de los días apenas puedes digerir lo que experimentaste, la pregunta que te haces después de esto es ¿alguna vez volveré a vivir algo tan intenso y real en mi vida?
Como maratonista siempre queda en nosotros la ilusión de volver al asfalto y poder vivir una vez más una experiencia así.
El Viaje
La semana previa al maratón siempre es una extraña mezcla entre ansiedad y emoción que se adereza con días de descanso que hacen raro el ambiente para alguien que ha entrenado por meses, como siempre, viajamos un día antes a la ciudad para hospedarnos cerca del aeropuerto, en esta ocasión con más tiempo de instalarnos, cenar y descansar ya que el viaje al día siguiente sería difícil; un vuelo de 5 horas a Nueva York y después otras 7 para llegar a Berlín transcurrieron de buena manera entre estiramientos, hidratación y películas para mantenerme motivado; llegamos a Alemania el viernes temprano con un Jet Lag importante pero aun así decidimos turistear un poco por la ciudad, salimos a conocer algunos lugares inundados por la incesante lluvia y también por los corredores que ya llenaban las calles de Berlin, estábamos emocionados porque estábamos ahí y ya éramos parte de lo que estaba sucediendo.
La expo
Después de una noche de mucho descanso y un Jet Lag ligero bajamos a desayunar en el hotel, una mezcla de quesos, embutidos y muy pocas frutas empezamos a notar las enormes diferencias entre América y Europa, algo que nos dejó encantados fue el café que estaba muy bueno (inclusive mi novia que no lo toma le encantó); salimos temprano en el metro rumbo a Telmpelhof, ya había bastante gente en la calle y más en el acceso, al ingresar hay una gran organización pero también nos dimos cuenta de que a diferencia de Chicago aquí había muchísima más gente, en pocas palabras es un maratón más grande; lo primero fue recoger el número de corredor junto con la playera conmemorativa, después me dedique a buscar una chamarra que se había agotado (lo que me pareció poco serio por parte de una marca tan importante como Adidas)la verdad me dio mucho coraje pensar que la mercancía se había acabado en un evento como este, recorrimos los acostumbrados stands con las novedades de marcas poco conocidas en EU y México, también nos tomamos las típicas fotografías para conmemorar el suceso y publicarlas en redes sociales (los comentarios de apoyo siempre llenan de alegría) al salir pasamos rápidamente al stand de los World Marathon Majors para ver las medallas e inspirarnos, buscamos algo que comer y encontramos un “burrito mexicano” que no estaba tan mal junto con un refresco que no era coca cola.
Llegamos a descansar un poco al hotel y salimos a buscar que cenar, cerca había un par de pizzerías y nos decidimos por una donde el encargado hablaba inglés, ahí estuvimos comiendo mientras se pasaba la lluvia, después de eso nos dirigimos al hotel a preparar todo para el día siguiente.
La carrera
Llegó el domingo por la mañana y nos levantamos muy temprano a desayunar, el hotel ya estaba lleno de corredores, yo como siempre lleve la mayoría de mis insumos para desayunar, subimos al cuarto para alistarnos, salimos a las calles húmedas de la brisa nocturna, tomamos el metro hasta el centro de la ciudad que ya estaba llena de corredores, nos sacamos unas fotos antes de que cruzara el cerco de seguridad, nos despedimos como siempre esperando encontrarnos pronto en la meta, camine bastante para encontrar mi corral pero una vez ahí ya se sentía el ambiente con mucha efervescencia, vimos la presentación de los corredores Elite (al mayor aplauso se lo llevo Kenenisa Bekele) justo en esos momentos comenzó a llover y vi como todo el mundo con más experiencia que yo sacaban sus pequeños impermeables (eso es lo que hay que pagar cuando uno es novato), poco a poco fuimos saliendo los corrales hasta que llego nuestro turno he inevitablemente dada la emoción y en el marco de la columna de la victoria uno siempre sale a un ritmo al que no está acostumbrado pero que llevado por las emociones pierdes la percepción de ir más rápido que de costumbre.
Para ese momento la lluvia ya estaba bastante fuerte, me sorprendió la cantidad de gente que está en las calles sin miedo a la lluvia o el frío, muchos mexicanos salen con banderas esperando recibir el saludo de algún compatriota entre el público, niños con botas e impermeable no pierden el ánimo al estirar el brazo y esperar recibir un saludo de algún desconocido, las bandas de músicos durante todo el recorrido no se hacen esperar con un espectáculo de una calidad impresionante, pasamos por algunas calles importantes y glorietas imponentes, ya para el km 20 comenzamos a llegar a la zona de vecindarios y residencias donde vemos a familias enteras apoyando desde sus balcones, sacando bocinas con música y ofreciendo a los ya cansados corredores alguna fruta, dulce o agua; durante todo este trayecto los puestos de hidratación no hacen más que ofrecernos agua, yo llevo mi Gatorade en polvo que voy preparando cada poco tiempo para hidratarme (simplemente no pude tomar la bebida de betabel que nos ofrecían) así llegamos a los 35km donde una subida había hecho detenerse a la mayoría para estirarse víctimas de calambres inesperados (yo me detuve unos minutos para ajustar mi chip que ya me estaba lastimando el pie), la lluvia no cedía y ese fue mi momento más bajo en el que pensé que con estas inclemencias del tiempo no podría terminar aunque kilómetros más adelante dejo de llover y el centro de la ciudad se veía más cerca, miré mi reloj para ver el tiempo y aún con energía pude apretar el paso para ver si podía mejorar mi tiempo, la emoción en las calles era cada vez mayor y en una serie de vueltas por algunas cuadras se puede ver la puerta de Brandeburgo donde la emoción es máxima, como dicta la tradición al cruzar me detuve un poco para poder tocar la estructura, no pude ver a mi novia pero sabía que ella estaba cerca, por fin cruce la meta y agradecí a mi padre en el cielo al que le dedico todas mis carreras.
Caminamos unos metros más bajo la lluvia nos dieron la típica manta, un poco de plátano y agua para reponernos, lo único que quería era mi medalla e ir a estirar frente al Reichstag, después de unos minutos ahí el frio y la lluvia empezaron a sentirse cada vez más, por fin me encontré con mi novia y nos dimos un gran abrazo, me tome mi proteína y un poco de vitamina C, después de eso lo único que quería era regresar al hotel y darme un baño, el metro estaba súper lleno y el dolor en las piernas era mucho al bajar las escaleras, cuadras antes de llegar al hotel empecé a temblar por el frio, cuando llegamos lo primero que hice fue llamar a mi casa y después darme un baño súper largo.
Me seguí hidratando y me tomé un ensure, seguí estirando mientras descansamos un poco en la cama pero el hambre empezó a llamarnos y decidimos ir por una mega hamburguesa a Burgermeister (bueno dos), impulsado por mi novia me puse mi medalla para presumirla por las calles como dicta la tradición, sin ganas de hacer más nos dirigimos al hotel a descansar con el orgullo de haber podido ponernos aquella medalla en el pecho.
El descanso
El lunes desperté, no sonó ninguna alarma, no me tuve que levantar de repente y ponerme ropa deportiva, simplemente me desperté y no tenía que ir a correr; tranquilamente bajamos a desayunar en el hotel, disfrutamos del café delicioso que tenían y me quede mirando fijamente tras los cristales del hotel, en ese momento sentí mucha tranquilidad, por fin sentí que la meta estaba cumplida, ahora sólo quedaba relajarnos y disfrutar de nuestras vacaciones en aquella lejana ciudad.
Gracias a todos por todo el apoyo a lo largo de esta aventura que ha sido una gran experiencia, a mi familia y mi novia que me motivaron a que esto fuera posible sepan que los llevo siempre en mi corazón.